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Historia

La familia Sureda

Una de las estirpes más relevantes, extraordinarias y, a la vez, olvidadas de la cultura mallorquina del siglo XX la constituyó la familia Sureda, vinculada a Valldemossa. Los Sureda mantuvieron durante décadas relaciones con artistas y escritores de todo el mundo, los cuales visitaron Mallorca y conocieron la Serra de Tramuntana gracias a su hospitalidad y a su pasión artística.

Todo empezó con el matrimonio formado por Joan Sureda Bímet y Pilar Montaner Maturana. Joan Sureda, humanista aficionado al arte y a la literatura, nacido en la Cartuja de Valldemossa en 1872, políglota –hablaba francés, inglés y alemán–, era propietario del palacio del rey Sancho. En su casa alojó en diferentes ocasiones a Miguel de Unamuno, Azorín, Eugeni d'Ors, Santiago Rusiñol, Rubén Darío, Joaquín Sorolla o al pintor norteamericano John Singer Sargent, los cuales disfrutaron de la amistad de un amante de las artes ligeramente excéntrico. Sureda, por ejemplo, fundó la "Confraria de la Bellesa" o "Cofradía de la Belleza". Según Felio Bauzà, Sureda y los otros miembros de la cofradía "iban a ver las puestas de sol y después recitaban poemas; si el crepúsculo no se lucía, increpaban al sol".

La Marina de Valldemossa © Foto: Gabriel Lacomba
La Marina de Valldemossa © Foto: Gabriel Lacomba

El matrimonio Sureda-Montaner tuvo catorce hijos –sobrevivieron once–, algunos de los cuales también llegaron a ser escritores y artistas

Su mujer, Pilar Montaner, hija del almirante Jaime Montaner, era pintora. Estuvo un tiempo en Madrid –acompañada por el pintor y amigo de la familia Antoni Gelabert–, donde estudió pintura con Sorolla. Su momento culminante fue la exposición que realizó en la Sala Parés de Barcelona en 1917 gracias a la mediación de su amigo Rusiñol. El matrimonio Sureda-Montaner tuvo catorce hijos –sobrevivieron once–, algunos de los cuales también llegaron a ser escritores y artistas: Jacob, poeta; Pazzis, dibujante y escultora y Pere, también pintor.

Formando parte del círculo de los Sureda encontramos a algunos de los escritores e intelectuales más destacados de la Mallorca de su época: Joan Alcover, Gabriel Alomar –que escribió el texto del programa de la exposición barcelonesa de Pilar Montaner–, Màrius Verdaguer –que en su magnífico libro La ciutat esvaïda nos dejó una semblanza de Joan Sureda Bímet–, los hermanos Villalonga, etc. En un artículo publicado en el año 2009, el escritor José Carlos Llop describe a la familia Sureda como un círculo cosmopolita y la compara con el grupo de Bloomsbury, sobre todo por su papel aglutinador de artistas y escritores

El matrimonio Sureda puso Mallorca en el mapa cultural europeo a principios del siglo XX. Sus hijos fueron dignos continuadores. Jacob Sureda, poeta ultraísta, entabló amistad con Jorge Luis Borges durante la estancia del escritor argentino en Mallorca, acompañado por su madre y su hermana Norah, en 1920 y 1921. Borges se relacionó enseguida con el círculo de Sureda y otros escritores que se reunían en el Cafè dels Artistes del Born. En 1921 Jacob Sureda y Borges firmaron, junto con Fortunio Bonanova y Joan Alomar, un manifiesto en defensa de la poesía ultraísta. Jacob, que murió de tuberculosis en 1935, a los 34 años, dejó un solo libro de poemas en español, El prestidigitador de los cinco sentidos. Su último poema, publicado en el periódico El Dia, el 16 de junio de 1935, acaba con unos versos terriblemente bellos y premonitorios: "Me cansa, me repele, me enloquece, / y busco inútilmente la salida. / No hay ninguna visión. Todo aparece / Duro, concreto, fuerte y perfilado".

Su hermano Pere vivió hasta 1972, instalado desde el año 1937 en un molino de harina de Sa Cabaneta, que rehabilitó como residencia y estudio. Además de pintor, fue muy conocido gracias a las viñetas de En Calafat, que se publicaron en el periódico Baleares hasta su muerte. Fue muy amigo del escritor alemán Albert Vigoleis Thelen, que vivió en Mallorca durante los años de la República, hasta que tuvo que huir cuando estalló la guerra del 36. Vigoleis Thelen incluyó a Pere Sureda como personaje en su gran novela sobre Mallorca La isla del segundo rostro.

Si hay una familia que merece ser reivindicada por su papel fundamental en la proyección de la cultura mallorquina en todo el mundo, esta es, sin lugar a dudas, la familia Sureda de Valldemossa.

Texto de Jordi Martí

Traducción de Maria Gené Gil

Sabías que...

Educado con los jesuitas, Joan Sureda Bímet era una persona muy religiosa. Durante su luna de miel, en Suiza, compró un hábito en el Grand Chartres de Chamonix porque quería que lo enterrasen con él. Durante una de sus grandes borracheras, Rubén Darío se hizo retratar vestido con este hábito.

Joan Sureda nació con problemas de oído que se agravaron hasta que quedó completamente sordo. Refugiado en su mundo interior de lecturas y reflexiones artísticas, fue un mal gestor de la fortuna familiar, que dilapidó hasta la ruina. En 1930 su residencia de Valldemossa fue subastada para hacer frente a las deudas.

Bibliografía

El libro de Felio J. Bauzà, La viuda soñada, editorial Olañeta, colección La Foradada, Palma, 2009, se centra en la vida de Joan Sureda Bímet y recoge multitud de anécdotas biográficas, tanto suyas como de su mujer y sus hijos, así como de los numerosos artistas que los visitaron en Valldemossa. Otro artículo interesante sobre el tema es "Juan Sureda Bímet: una cultura soñada", de Perfecto E. Cuadrado y M. del Carme Bosch, publicado en la revista Caligrama, de la UIB en el año 2009.

En 2009, en la Fundació Cultural Coll Bardolet de Valldemossa, se hizo una exposición y un libro sobre Pere Sureda Montaner titulado Pedro Sureda, vida i obra, Ayuntamiento de Valldemossa (2009), redactado por diferentes escritores y estudiosos que lo conocieron: Antoni Serra, Bartomeu Fiol, Germà Garcia i Boned y Rafael Perelló Paradelo.

El poemario El prestidigitador de los cinco sentidos, de Jacob Sureda, se publicó por última vez en el año 1985, un volumen editado por la UIB en la desaparecida colección Arxipèlag, con prólogo de Carlos Meneses y la necrológica que Llorenç Villalonga dedicó al autor en su muerte.

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