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Historia

Los buscadores de urchilla, precursores de la escalada en la Serra de Tramuntana

Para los aficionados a la escalada, los acantilados de la Serra de Tramuntana son un escenario idóneo para practicar las diversas modalidades de este deporte de aventura, como el psicobloc, un nuevo tipo de escalada libre sobre el agua.

Tiempo atrás, no obstante, escalar los riscos costeros de la Serra de Tramuntana no respondía a ningún desafío, ni a la búsqueda de aventura o al placer de la superación personal, sino a una actividad económica como era la recogida de la urchilla (Roccella phycopsis). Este liquen, que se distribuye por todo el litoral mediterráneo y atlántico, tiene el hábitat en las paredes superverticales orientadas al norte, donde encuentra la humedad constante y el aprovechamiento de sales minerales necesarias para su desarrollo: unos seis años hasta que alcanza el pleno crecimiento. Por lo que si se quiere que nazcan hojas nuevas no se debe arrancar de raíz, sino respetar la corteza basal con la que se adhiere a la roca.

Los líquenes son organismos simbióticos formados por un hongo y un alga. La urchilla tiene forma alargada, de cabellera, y después del verano presenta este color grisáceo © Fotos: Gabriel Lacomba
Los líquenes son organismos simbióticos formados por un hongo y un alga. La urchilla tiene forma alargada, de cabellera, y después del verano presenta este color grisáceo © Fotos: Gabriel Lacomba

De la urchilla (Roccella phycopsis), los laboratorios de química obtienen el tornasol que utilizan para las mediciones de pH. Durante la Edad Media, este liquen era apreciado por el colorante púrpura que se extraía de él, con el que se teñían las túnicas de los consejeros y jurados del reino de Mallorca

En la Edad Media, los buscadores de urchilla se subían por los acantilados menos soleados de Sa Dragonera, Formentor o Pollença para coger este liquen. Con la ayuda de cuerdas se dejaban ir por los acantilados o salvaban pasos peligrosos a veces arriesgando la vida. Una noticia de 1334 del Archivo Histórico de Pollença da cuenta del accidente de un orchillero: "Francesc Sereni se precipitó o despeñó mientras cogía urchilla por las peñas de la atalaya vieja hacia las montañas de la alquería de Sant Vicenç". Esta facilidad con la que se desplazaban por los precipicios y peñascos hizo que en 1345, en una época de luchas e inseguridad en el reino de Mallorca, se prohibiese a los orchilleros que trabajasen a menos de media legua de los castillos de Alaró, Pollença y Felanitx. Probablemente quedaba el recuerdo del orchillero Jaume Romeu, que en 1286 hizo de guía a unos invasores del castillo de Alaró.

La explotación de la urchilla solía regularse por contrato y la temporada duraba de enero a Pascua. En Sa Dragonera, por ejemplo, el obispo de Barcelona, señor de la isla, concedía permisos anuales para coger la urchilla y los polluelos de halcón de los acantilados de la isla. Una disposición de 1410 dirigida al alcalde de Andratx nombra Ses Penyes Rotges, en Sa Dragonera, lugar de recogida de urchilla. Así mismo, los propietarios de las possessions de Andratx o de Pollença donde crecía este liquen pactaban las condiciones con sus recolectores.

Cerca del Coll Roig, acantilado donde encontraremos los ejemplares orchilla © Foto: Gabriel Lacomba
Cerca del Coll Roig, acantilado donde encontraremos los ejemplares orchilla © Foto: Gabriel Lacomba

Los orchilleros podían vender directamente el liquen o procesarlo para obtener el polvo de urchilla que después les compraban tintoreros, traperos y mercaderes para exportarlo a Barcelona, Valencia, Cotlliure, Niza o Génova. El norte de Italia, donde también crecía esta especie de liquen, era en aquella época una zona importante de tinte de telas.

De la urchilla se obtenía la orcina, un colorante violeta o púrpura con el que los marmolistas realizaban vetas azuladas sobre el mármol blanco y con el que, ya desde tiempos antiguos, se teñían tejidos, como las vestiduras de personajes de alto rango. Durante la Edad Media, los tintoreros de Palma se servían de la urchilla para teñir las túnicas (gramallas) de los consejeros y jurados del reino de Mallorca. La ventaja de este tinte era que podía teñir de púrpura la lana y la seda sin usar mordiente y que era resistente a la polilla. Pero la peste que se exhalaba durante la obtención de la orcina, en la que intervenían orines fermentados, llevó a dictar en 1381 la prohibición de que las tintorerías se situaran intramuros. Así pues, estos artesanos tuvieron que trasladarse al Camp del Tirador, área industrial incipiente de la Palma del siglo XV. Un ramal de la Síquia de la Vila, conocido como el "Canó dels tintorers" y que corría paralelo a la calle de Els Olms, suministraba el agua necesaria para la actividad de estos artesanos.

El comercio de la urchilla fue bastante activo durante el siglo XV. Más adelante, con la llegada de América de nuevos tintes como el carmín o cochinilla y la madera de Campeche, el uso de la urchilla para tintorería fue decayendo hasta que quedó sustituido definitivamente en el siglo XIX por los colorantes sintéticos obtenidos a partir del alquitrán de hulla.

 

Texto de Elena Ortega

Traducción de Maria Gené Gil

Sabías que...

"La orina milagrosa"
Aunque las propiedades de la urchilla como colorante ya eran conocidas en la época de los fenicios, su uso cayó en el olvido durante cien años. En el siglo XII, un mercader de lanas florentino redescubrió las propiedades de este liquen cuando, según la tradición, en un viaje por las Islas Baleares se dio cuenta de que una pequeña planta tomaba una coloración rojiza si se orinaba encima (otras crónicas sitúan el pasaje en las Islas Canarias o en Oriente). El mercader, que desde entonces fue conocido con el sobrenombre de el Oricellario, supo sacar partido de su "secreto industrial", ejerció el monopolio sobre la sustancia colorante de la urchilla y llegó a amasar una gran fortuna y a obtener un título nobiliario. La saga familiar continuó con el negocio y uno de sus miembros, Bernardo, se emparentó con los Medici e hizo construir el palacio Rucellai y los jardines Orti Oricellari, que fueron lugar de reunión de filósofos y escritores durante el Renacimiento.

© Foto: Gabriel Lacomba

Roccella phycopsis

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