ES

Historia

'Anar a muntanya'. Las recolectoras en las fincas de montaña

La mort de na Margalida
En Bàlitx, tota la vida,
en Bàlitx jo pensaré,
allà on Deu vertader
judicà Na Margalida"


(Cançoner Popular de Mallorca, R. Ginard)

Así empieza esta glosa que narra la muerte de Margalida, una joven del Pla de Mallorca contratada para recoger olivas en la possessió de Bàlitx (en Sóller), y la desesperación de su enamorado cuando conoce la noticia. Publicado por Bartomeu Montserrat (de Algaida), mestre Tomeu Memes, en 1912, Maria del Mar Bonet y Biel Oliver, Majoral, lo han interpretado.

El predio de Bàlitx, ya documentado como alquería islámica, dio lugar a tres propiedades. Bàlitx d'Avall, la más importante, tenía una torre de defensa, las casas y la almazara, además de unas 40 cuarteradas de olivar. Desde el siglo XVI, el aprovechamiento del olivo fue primordial para las possessions de la Serra de Tramuntana. No obstante, los rigores de la recogida de la aceituna acabaron alejando a la población local y se tuvo que ir a buscar a las trabajadoras a los pueblos del centro de la isla: Sant Joan, Sineu, Llubí, Petra, Ariany, etc. Estas mujeres pernoctaban en la possessio de tres a seis meses (desde principios de noviembre hasta la Cuaresma) y solo regresaban a sus pueblos en Navidades, período durante el que se interrumpían las labores de recogida, que se reprendían después del día de Reyes.

El trabajo consistía en recoger la oliva madura que se había caído al suelo y que se destinaba a elaborar el aceite. Además del jornal diario, las recolectoras de oliva obtenían las verduras necesarias para su dieta y una cantidad de aceite acordada, que era el principal atractivo de este trabajo, puesto que después podían venderlo en su pueblo o utilizarlo para el consumo familiar. Hacia 1950, cada recolectora percibía 3 medidas de aceite (1 medida equivalía a 16 litros) por temporada.

Dedal metálico que utilizaban las recolectoras de olivas © Foto: Gabriel Lacomba
Dedal metálico que utilizaban las recolectoras de olivas © Foto: Gabriel Lacomba

Durante la temporada de la recogida de la oliva, los predios de la Serra de Tramuntana se llenaban de gente

A diferencia de las labores de recolección estival, el trabajo de las recolectoras de aceituna se llevaba a cabo en condiciones climáticas adversas: frío, viento, lluvia, etc. Por eso, algunas veces encendían pequeñas hogueras para calentarse durante la jornada. También solían protegerse los dedos con dedales hechos de caña o de latón para no hacerse ampollas. El guardabosque vigilaba el ir y venir de las mujeres y una trabajadora veterana, la buidadora, vertía las olivas de las cestas dentro de los sacos que los burros transportaban después hasta la almazara.

En muchos casos las chicas que se contrataban eran muy jóvenes, el hecho de que en el grupo de recolectoras hubiera alguna vecina del pueblo de más edad era un motivo de confianza para sus padres. En ocasiones, los pretendientes se alquilaban también para trabajar en la misma possessió y escapar así de la vigilancia familiar. Además de la ropa y los víveres (harina, fideos, sardinas en salazón, bacalao, tocino o sobrasada), las chicas llevaban las castañuelas y las joyas para el baile para ir a la montaña, o per anar a muntanya, en expresión de la época. Ellas mismas amasaban el pan, se preparaban la comida y el sábado por la tarde lavaban la ropa y se endomingaban para acudir al pueblo más cercano, en los últimos tiempos para ir al cine.

Los rectores de las parroquias del Pla, que a veces intercedían en la contratación de sus feligresas, incidían en sus sermones dominicales sobre los peligros de entregarse a los placeres carnales. Y es que estas jóvenes se alojaban en unas casas que les eran destinadas en las distintas possessions y que eran un punto de atracción para los jóvenes de los pueblos vecinos, dada la condición de mujeres jóvenes, solteras y alejadas de sus famílias. A las recolectoras de aceituna se les llamaba despectivamente "gallufes", entre otras cosas por sus costumbres, como la de comer erizos a la brasa o con arroz, lo que iba en contra de los hábitos alimentarios de los habitantes de la Serra de Tramuntana.

Las casas de las mujeres son descritas por la arquitecta Neus García Inyesta como casas más bien pequeñas, con tejados de uno o dos vertientes, sin ningún otro añadido que un pequeño fogón para cocinar y unas literas con colchones de paja de cebada. De estas edificaciones quedan todavía algunas muestras, como la casa de las mujeres de la possessió de Pastoritx (Valldemossa) o la de la finca pública de Planícia (Banyalbufar).

 

Texto de Elena Ortega
Traducción de Maria Gené Gil

Sabías que...

El día de San Antonio las recolectoras lo celebraban con bailes y torrada (alimentos a la brasa). El propietario de la possessió les proporcionaba vino, mientras que la madona (la masovera) les preparaba buñuelos.

En Bunyola se ha recuperado la fiesta de Es Quarteró, que cerraba la temporada de la oliva, y en la cual los amos (masoveros) de los predios de Bunyola y de Orient obsequiaban a las recolectoras con una comida, a base de sardinas en salazón y olivas, y un cuarterón de vino (equivalente a 16 litros).

Bibliografía

 

L'oli d'oliva a Mallorca: del passat al present
Autores: Aina R. Serrano Espases i David Albert Vázquez
Edición: Consell de Mallorca, 2008

Els nostres arts i oficis d'antany
Autores: Llabrés, J.; Vallespir, J.
Edición:  Estudis Monogràfics del Museu Arqueològic La Porciúncula, 1983

Cuentos, costumbres y escenas de nuestra payesía
Autor: Jaume, J.
Edición: Palma: Cort, 1978

Cases de Possessió
Autores: García Inyesta, N.; Oliver Sunyer, G.
Edición: Palma: Col·legi Oficial d'Arquitectes, 1986

Paraules i coses de fora vila
Autor: Segura, M.
Edición: Palma: Les Edicions de Bitzoc, 1996

Consorcio Serra de Tamuntana

Contacto

General Riera, 113, Palma

(+34) 971 219 735

serradetramuntana@conselldemallorca.net

Aviso legal y Política de galletas